Opinión
La rebelión del contenido pedido: por esto debés ver películas subtituladas
En Guatemala, el cine se ha convertido en un campo de batalla donde la mayoría de las películas se proyectan dobladas, dejando pocas opciones para aquellos que buscamos la autenticidad y claro, las distribuidoras quieren vender, y al cliente lo que pida.

Navegamos en las saturadas marquesinas de la cultura pop y el cine globalizado. De pronto nos encontramos, o bueno, soy de los que les ocurre, con un dilema que resuena en las salas oscuras de los cines guatemaltecos: cada vez hay menos funciones con el idioma original. La batalla entre la autenticidad y la censura autoimpuesta por la traducción ya tiene un par de años y va en aumento… y para peor. Esta es una exploración de cómo ¿elegimos? consumir la cultura censurada, paso a paso nos alejamos de un contenido lejos de su forma más cruda y sin adulterar: en la región se consumen productos de cine cuarteados.
Ver una película en su idioma original con subtítulos te beneficia en varios aspectos. Es una práctica para acostumbrar el oído a otro idioma; es sumergirse en la esencia misma de otra cultura, no solo del inglés, sino de todo el mundo. Lo haré personal, el inglés me interesó cuando me di cuenta de que en los doblajes cambiaban el contenido; lo que sé de ese idioma lo ha potenciado el cine. Ahora, lo pongo global, producciones como Kung Fu Hustle (Kung Fusión) demuestran cómo el humor, las expresiones y las idiosincrasias culturales se transmiten más auténticamente en su lengua materna, ofreciendo no solo risas sino una apreciación genuina de la creatividad y las tradiciones extranjeras, las expresiones en cantonés son inimitables. Hay mil memes de burlas acerca de que los españoles llaman a Fast & Furious con el nombre “A todo gas”, pues lo mismo pasa con el doblaje, se cambia el contenido para que el sonido case lo más posible con los movimientos de la boca del personaje, y ahí se pierde información.
Como fan del cine en este viaje cinematográfico llamado vida, me niego a aceptar una versión filtrada de la realidad y te invito a que lo hagás también.
¿Debemos conformarnos con un «¡Vete al demonio!» cuando lo que realmente se escuchó fue un «fuck you, fucking fuck!»? Esta no es solo una cuestión de preferencia lingüística; es un asunto de honestidad, de sentir el peso y la fuerza de las palabras tal como fueron concebidas. ¿Por qué si la película original no es para niños su lenguaje doblado sí debe serlo? La experiencia cinematográfica se ve empobrecida, diluida en un mar de traducciones que buscan no ofender, pero en su intento, traicionan la esencia misma de la obra. Menos mal los videojuegos no tienen ese problema, desde que se empezaron a doblar responden a la versión original. Eso se agradece.
La lectura de subtítulos, ese desafío que muchos evitan por pereza, es en realidad una puerta a un mundo más rico, si te quejás con que las palabras van muy rápido, pues la práctica hace al maestro y tampoco es que se requiera de miles de horas para adecuarse al ritmo. Miralo así, no solo te enfrentas al idioma original, sino que te abrís a las sutilezas culturales, a las bromas que solo tienen sentido en el contexto de su lengua madre, a las doctrinas y filosofías que se expresan con precisión quirúrgica en su idioma original. En los años 90 el español se puso de moda en el cine de Estados Unidos, en Terminator 2, John Connor le enseña al exterminador frases en spanglish, por eso al final el mítico “Hasta la vista, baby” atravesó las capas de la cultura pop, en el doblaje, esto no se disfruta tanto como en la original. Al esquivar la lectura, nos privamos de la profundidad y la diversidad del pensamiento humano y eso extenderlo al cine es un error.
En Guatemala, el cine se ha convertido en un campo de batalla donde la mayoría de las películas se proyectan dobladas, dejando pocas opciones para aquellos que buscamos la autenticidad y claro, las distribuidoras quieren vender, y al cliente lo que pida. Esta práctica, más que una simple cuestión de accesibilidad/venta, se convierte en un acto indirecto de autocensura de parte del espectador. La elección de palabras puede distorsionar el mensaje, suavizar su impacto o, peor aún, cambiar completamente su significado.
Como fan del cine en este viaje cinematográfico llamado vida, me niego a aceptar una versión filtrada de la realidad y te invito a que lo hagás también. Me niego a ser parte de una sociedad que prefiere la comodidad de lo conocido sobre la riqueza de lo auténtico. Es hora de cambiar el paradigma de la comodidad del cine doblado. Optá por unas experiencias cinematográficas más rica y compleja como las culturas que pretenden representar el celuloide.
A los jóvenes creadores de contenido y a las salas de cine les propongo que desafiemos juntos esta tendencia. Optemos por la versión subtitulada y promovamosla, sumerjámonos en la complejidad del lenguaje y exijamos que nuestras experiencias cinematográficas sean un reflejo fiel de la diversidad del pensamiento humano. No permitamos que las palabras perdidas en la traducción definan nuestra comprensión del mundo. Incluso el subtítulo, que también cambia contenido es más fiel que el doblaje, lo garantizo.
Acerca del cine, recordá que la elección de cómo y qué consumís puede ser el acto más radical de todos. ¿Qué tipo de sociedad somos si censuramos las palabras, las ideas, las bromas que nos desafían? ¿Qué tipo de futuro construimos si empezamos por censurar el arte?