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Fotorreportaje / Aldea Milagros de Aserrín: entre la pobreza y la resiliencia

En las profundidades de la Ciudad de Guatemala, bajo la sombra de un puente, en el asentamiento conocido como Aldea Milagros de Aserrín, decenas de familias luchan diariamente contra la pobreza extrema. Viven en condiciones de vulnerabilidad, sin acceso a servicios básicos como agua potable, atención médica y una vivienda digna, estos habitantes enfrentan los embates de la naturaleza y la indiferencia.

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Este fotorreportaje documenta las vidas de los habitantes de uno de los asentamientos más pobres de la capital. Retrata, no solo las duras realidades de su existencia, sino también su resiliencia y esperanza. A través de estas imágenes se busca dar voz a aquellos que, en su silencio forzado, claman por un futuro mejor.

Fotos: Henry Martínez / Magda Gil

El asentamiento de Aldea Milagros de Aserrín visto desde las alturas, revelando un conglomerado de viviendas precarias que desafían los riesgos de deslizamientos y el hacinamiento. La densa vegetación y las construcciones irregulares destacan la falta de planificación y la necesidad urgente de servicios básicos.
La vida comunitaria en Aldea Milagros de Aserrín es un testimonio de solidaridad y apoyo mutuo, donde las dificultades se enfrentan colectivamente en un entorno de extrema necesidad. Las actividades diarias, desde la preparación de alimentos hasta el cuidado de los niños, se realizan en un espíritu de cooperación y resiliencia.
Las secuelas de las inundaciones y las sequías son evidentes en la Aldea Milagros de Aserrín, donde el cambio climático agrava la pobreza estructural y pone en riesgo la subsistencia de sus residentes. La erosión del suelo y las lluvias torrenciales exacerban las ya difíciles condiciones de vida.
La ropa tendida al aire libre en Aldea Milagros de Aserrín es una imagen común que simboliza la falta de recursos y las soluciones ingeniosas para las necesidades diarias. Sin acceso a electrodomésticos modernos, los residentes recurren a métodos tradicionales para secar su ropa, adaptándose a las limitaciones de su entorno.
Una niña transita por las estrechas calles de Aldea Milagros de Aserrín, representando la inocencia que enfrenta la dura realidad de crecer en la pobreza. Su rostro, una mezcla de curiosidad y resiliencia, es un testimonio de la esperanza y la lucha por un futuro mejor en medio de la adversidad.
El acceso al agua potable y otros recursos básicos es una lucha diaria en Aldea Milagros de Aserrín, donde la supervivencia depende de la resiliencia y la improvisación de sus habitantes. Las largas caminatas para obtener agua y la falta de alimentos nutritivos son una realidad cotidiana para estas familias.
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