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Lo efímero no cuenta: el legado vivo de Isabel Ruiz

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Una muestra en el Centro Cultural Municipal de la capital recordó la fuerza creativa y social de la artista guatemalteca.

En las salas del Centro Cultural Municipal ubicado en la zona 1 de la capital la obra de Isabel Ruiz volvió a encontrarse con el público en la exposición “Lo efímero no cuenta”, una curaduría que reunió piezas clave de una de las creadoras más influyentes del arte guatemalteco contemporáneo.

La muestra presentó grabados, acuarelas, instalaciones y obras de series emblemáticas como Río Negro e Historia sitiada, que marcaron la trayectoria de Ruiz. Su producción, cargada de símbolos mesoamericanos, crítica política y memoria histórica, se convirtió en un referente para entender el papel del arte como herramienta de denuncia y reflexión.

Entre el arte y la denuncia

Nacida en 1945 en la capital Isabel Ruiz trabajó durante más de cinco décadas explorando técnicas como el grabado, la pintura y la instalación.

Sus obras retrataron con crudeza episodios de la historia reciente del país, al mismo tiempo que celebraron la fuerza cultural de los pueblos originarios. Por su aporte, recibió en 2017 el Premio Nacional de Artes Plásticas Carlos Mérida, uno de los más altos reconocimientos a la trayectoria artística en Guatemala.

Su formación fue en la Universidad Popular, donde desafió las limitaciones impuestas por su familia, y el aprendizaje bajo las enseñanzas de figuras como Roberto Cabrera y Galeotti Torres, los cuales marcaron el inicio de una trayectoria que comenzó en los años sesenta y nunca dejó de evolucionar.

Ruiz exploró el grabado, la acuarela, el performance, la instalación y la composición digital, integrando disciplinas para expresar lo que parecía inenarrable. En su obra dialogan temas como el cuerpo femenino, la violencia del conflicto armado interno, la desaparición forzada, la infancia y la memoria histórica.

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Profundamente vinculada a su época y contexto, Isabel se encontró con una Guatemala marcada por la violencia política, motivada por ello convirtió el arte en un acto de resistencia. Más que ilustrar la indignación, se transformó en su voz, dando forma a memorias, heridas y silencios que muchos evitaban enfrentar.

Una exposición para recordar

Gabriel Rodríguez, curador a cargo de la muestra, definió a Ruiz como “la combinación perfecta de artista visual y docente, comprometida con su práctica artística no solo como oficio, sino también como un compromiso político”.

La curaduría propuso un recorrido que no solo mostró la diversidad técnica de la artista, sino que también evidenció la coherencia de su discurso estético y político. Rodríguez explicó que la exposición buscó abarcar todos los ángulos de la complejidad de Ruiz, tanto como artista, docente y persona.

Además de la exhibición de obras, el proyecto incluyó visitas guiadas y actividades pedagógicas que acercaron al público a los procesos creativos de la artista.

Entre las piezas más comentadas estuvieron aquellas que, mediante el grabado, denunciaron la represión y los crímenes cometidos durante el conflicto armado interno, así como las que dialogan con tradiciones ancestrales para construir un lenguaje visual propio. Aunque Isabel Ruiz falleció en 2019, su trabajo sigue ocupando un lugar fundamental en la memoria cultural de Guatemala. Lo efímero no cuenta fue, más que un homenaje póstumo, una reafirmación de que el arte comprometido no pierde vigencia, persiste, interpela y construye memoria.

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