Conecta con nosotros

Nacionales

La primera fisioterapeuta de Santa Cruz del Quiché

Sonia Peláez, con más de 20 años de experiencia en el campo de la fisioterapia, ha trabajado incansablemente para mejorar la calidad de vida de innumerables personas. Su capacidad para empatizar con sus pacientes y adaptar los tratamientos a las necesidades individuales ha sido fundamental en su éxito.

Publicado hace

en

Sonia Elizabeth Peláez Tobías nació el 4 de septiembre de 1964, en Santa Cruz del Quiché. Descubrió su vocación en la Escuela Nacional de Terapia Física Ocupacional, fundada por el Dr. Miguel Ángel Aguilera Pérez en 1955, quien introdujo la fisioterapia en Guatemala. “Yo ni sabía que existía esa profesión, y cuando me fui a Guatemala, fui a ver varios lugares para ver qué estudiar y gracias a una prima que me habló de la fisioterapia, fue que llegué a la Escuela de Terapia Física Ocupacional. Dios me ayudó porque llegué aquí por casualidad”, explicó.

Debido a que la profesión no era muy conocida, fue la única fisioterapeuta en el Quiché por muchos años.

Peláez inició su carrera a los 23 años, en la Escuela Nacional de Terapia Física Ocupacional en 1987. Sonia comenta que fue un proceso difícil ser admitida en la escuela, debido a los exámenes físicos, psicológicos y médicos requeridos. La terapeuta estuvo a punto de no aprobar debido a su baja estatura, pero pudo vencer dicho obstáculo.

Fue un proceso de cinco años de estudio y duras prácticas de 2800 horas, para obtener el título, desde 1987 a 1991. De 75 personas que ingresaron a la carrera, solo tres se graduaron en la promoción de Peláez. “Era una carrera muy dura y llevábamos muchos cursos y si perdíamos uno debíamos repetir todo el semestre”, indicó.

Cuenta que cuando realizó sus prácticas durante seis meses en el IGSS de Pamplona, y posteriormente en el Hospital Nacional de Ortopedia y Rehabilitación “Dr. Jorge Von Ahn de León”, uno de sus mayores retos fue ver a muchos jóvenes cuadripléjicos o con extremidades amputadas. “Ver el estado y reacción de esos jóvenes al enterarse de su realidad era muy duro”, dijo.

También puedes leer:  Dentro del quirófano: un día en la vida de una enfermera auxiliar

Sonia Peláez trabajó por primera vez en Fundabiem de Quetzaltenango. Sin embargo, al poco tiempo dejó ese empleo porque no atendían bien a los pacientes. Peláez afirma que lo único que le interesa al personal es el dinero. “Lamentablemente la carrera de fisioterapia es muy lucrativa, y los profesionales de hoy en día solo la utilizan para hacer dinero. En esa institución no querían atender a personas mayores para no hacer esfuerzos extras. A otros pacientes solo les ponen un mismo ejercicio durante 20 minutos y luego les dicen que vengan hasta la otra semana, por eso me salí de allí, porque no quieren profesionales como yo, que no comparten su visión de dinero”, dijo la fisioterapeuta.

Luego, decidió dedicarse a las terapias particulares, atendiendo todo tipo de personas en Santa Cruz del Quiché, hasta 2018 cuando decidió retirarse.

Peláez cuenta que muchos no confiaban en ella por cobrar muy poco a sus pacientes a pesar de tener un título, por lo que optó por colocar su título en su oficina para que todos lo vieran. “Es una profesión que ha sufrido muchos cambios, lamentablemente negativos, porque cuando yo estaba en la escuela, nos enseñaron que era una profesión para servir y sacar el paciente adelante, pero ahora lo ven como algo lucrativo. Aquí en Quiché conozco a varios que cobran Q500 por una terapia de 45 minutos. Yo comencé cobrando Q10 y luego Q100 por necesidad, porque lo importante siempre es el paciente, pero ahora no lo ven así”, enfatizó.

El caso más difícil al que se ha enfrentado fue el de una señorita de 16 años llamada Gabriela que se lesionó la rodilla, a la cual le hicieron una mala operación, dañando su rótula y el cartílago, lo cual impedía que pudiera flexionar correctamente la rodilla y la fisioterapia no estaba dando buenos resultados. La profesional comenta que el médico de la joven no le dio ninguna indicación para la fisioterapia, y que en cada sesión con la paciente, ella tenía mucho dolor.

También puedes leer:  Cómo combatir el calentamiento global desde casa

“La fisioterapia es para curar, no para torturar”, dijo Sonia. Ante esta situación, la terapeuta sugirió la opinión de otro médico, quien sí ayudó a la joven y dio las indicaciones adecuadas para la fisioterapia, por lo cual la terapeuta logró que la joven mejorara en un 90%, debido a las secuelas que le provocó el médico anterior, siendo este uno de sus mayores logros en su profesión. Para dicho caso, Peláez recurrió a la terapia acuática, la cual es un método de tratamiento utilizado por los fisioterapeutas para reducir el dolor, aumentar la fuerza y mejorar la resistencia, junto con ejercicios de estiramiento y movilidad.

Otro de los casos más difíciles a los que se ha enfrentado fue el de un joven llamado Cristian, quien tenía tres fracturas en una pierna. “Cuando fui a verlo, lo encontré en la cama sin siquiera poder dar la vuelta, pero con seis meses de fisioterapia logré que quedara totalmente recuperado”, comentó Peláez.

Sonia resalta que un buen fisioterapeuta debe contar con habilidades de gimnasia y flexibilidad, para poder mover correctamente los músculos de los pacientes, y lo más importante, habilidades psicológicas para convencer al paciente de que todo saldrá bien y que logrará su objetivo con la fisioterapia.

La fisioterapia “es una profesión muy bonita, que requiere mucha dedicación, mucha paciencia y amor a la profesión, para poder tenerles amor a quienes estamos atendiendo y hacerlo de la mejor manera, si uno se lo propone, se pueden lograr las cosas”, concluyó.

Clic para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *