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Qué son los trastornos alimenticios y cómo afrontarlos

Los trastornos alimenticios son afecciones graves relacionadas con comportamientos alimentarios persistentes que impactan negativamente la salud, las emociones y la capacidad de funcionar en áreas importantes de la vida. Los trastornos alimenticios más comunes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, afectando principalmente a los adolescentes.

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos alimenticios afectan a aproximadamente 70 millones de personas en todo el mundo. La anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón son los más prevalentes. Las mujeres tienen más probabilidades de sufrir trastornos alimenticios que los hombres. Se estima que entre el 70 y el 90 % de las personas con anorexia nerviosa y bulimia nerviosa son mujeres. Sin embargo, la prevalencia de los trastornos alimenticios en hombres está en aumento, representando aproximadamente el 25 % de los casos de trastorno por atracón. Los trastornos alimenticios suelen comenzar en la adolescencia o en los primeros años de la adultez, con la anorexia nerviosa iniciando frecuentemente entre los 15 y 19 años.

Los pacientes que padecen estos trastornos deben ser tratados por un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud, como médicos, nutricionistas y psicólogos, quienes trabajan en conjunto para lograr el bienestar del paciente. La nutricionista Lizeth Fausto de Martínez explica que los trastornos alimenticios más comunes y el impacto que tienen en la salud de las personas. Los trastornos alimenticios son un grupo de afecciones en las cuales las creencias negativas sobre la comida, la forma del cuerpo y el peso corporal se acompañan de conductas alimentarias anormales como la ingesta o atracones de alimentos, la realización excesiva de ejercicio, el vómito y el uso de laxantes, lo cual repercute en la calidad de vida de las personas.

Los trastornos alimenticios más comunes

Anorexia nerviosa: Es un trastorno alimentario que provoca que la persona se obsesione con su peso y lo que ingiere. Se caracteriza por una imagen corporal distorsionada y un miedo injustificado a subir de peso. Los síntomas incluyen mantener un peso por debajo de lo normal mediante la inanición o el ejercicio excesivo.

Bulimia nerviosa: Es un trastorno alimenticio caracterizado por atracones de comida seguidos de métodos para evitar el aumento de peso. La bulimia conlleva sentimientos de culpabilidad al momento de comer y prácticas para evitar subir de peso, como vomitar o usar laxantes. Otras prácticas incluyen el ejercicio físico excesivo o el ayuno.

Trastorno por atracón: Se presenta con la ingesta excesiva de alimentos en tiempos mínimos, donde la persona consume una cantidad superior a lo que la mayoría de la gente ingiere en circunstancias similares y siente una falta de control sobre lo que ingiere durante ese episodio. Generalmente, las personas consumen comida con altos niveles de grasa y calorías, como la comida chatarra.

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Pica: Trastorno donde la persona ingiere cosas que no son alimentos, como tierra, pintura, papel, etc.

Trastorno por evitación: Se presenta cuando las personas rechazan alimentarse de cualquier forma. «Las personas lo que no saben es que en el fondo lo que quieren es morirse, pero no se dan cuenta que ese es el principal problema», señaló la nutricionista.

Rumiación: Se presenta cuando las personas regurgitan la comida sin digerir o parcialmente digerida varias veces. Esta comida se vuelve a masticar y se traga o se escupe. Quienes tienen el síndrome de rumiación no se predisponen a regurgitar la comida; es algo que sucede de manera no intencionada.

Trastorno de alimentación compulsivo: A diferencia del trastorno por atracón, no se da en tiempos mínimos. Este trastorno provoca que la persona coma compulsivamente todo el tiempo, usando la comida para solucionar problemas de ansiedad o depresión.

Ortorexia: Consiste en la obsesión por la comida sana. Las personas que sufren esta patología se sienten obligadas a seguir una dieta restrictiva que puede excluir la carne, las grasas, los alimentos sin etiquetado ecológico o que no sean dietéticos.

Vigorexia: Personas obsesionadas por su físico, afectadas en su conducta alimentaria por la ingesta exagerada de proteínas y carbohidratos, acompañada del consumo de otras sustancias como esteroides y anabolizantes. Estas personas poseen una imagen alterada de su cuerpo, viéndose a sí mismos de forma gorda cuando realmente están musculosos.

Síntomas y causas

Según la nutricionista Lizeth Fausto de Martínez, los síntomas más comunes que presenta una persona con trastornos alimenticios se basan en conductas anormales en la alimentación. «Podemos verlo en las personas que comen y luego salen corriendo al baño a vomitar; esa es una alerta de que algo no está bien. Ellos también tienen problemas sociales, en familia, en el trabajo porque no siguen su vida normal. Visualmente podemos ver cómo adelgazan o si engordan en exceso. Siempre hay que poner atención», dijo la nutricionista.

La nutricionista afirma que los trastornos alimenticios se originan por problemas psicológicos preexistentes y en la mayoría de los casos, utilizan la comida como un escape de sus problemas. «Yo trabajé con una niña que sufrió un abuso y tenía tendencias suicidas. Entonces, ella lo que quería era no tener un cuerpo atractivo para que no le volviera a suceder esa situación; por eso no comía. Le dimos un tratamiento donde la alimentamos por vía parenteral con fórmulas nutricionales como Ensure; posteriormente le brindamos atención psicológica y poco a poco volvió a comer», enfatizó.

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La nutricionista explica que los trastornos alimenticios generalmente son diagnosticados por médicos, ya que la mayoría de las personas llegan al hospital con problemas graves de salud. No obstante, un psicólogo o un nutricionista también puede diagnosticar estos trastornos. Las consecuencias más comunes incluyen la falta de menstruación en las mujeres, la reducción de testosterona en los hombres, la falta de control del recto, úlceras intestinales, gastritis, caries y daño en los dientes, trastornos metabólicos, deficiencias nutricionales y daño en la salud mental.

La nutricionista recomienda diversos alimentos para tener una dieta balanceada. Se deben comer carnes al menos dos veces por semana, como carne de res, pollo, cerdo o pescado. Las frutas y verduras deben consumirse en cinco porciones diarias, como una manzana, una naranja, una rodaja de tomate y una papa, ya que poseen vitaminas esenciales para el organismo. Los lácteos también son importantes, con al menos dos porciones diarias como queso, yogurt y leche. Los huevos deben comerse dos al día por el calcio y las proteínas que proporcionan. Los carbohidratos como el arroz, el pan y las pastas deben consumirse a diario para proporcionar energía.

«Es importante evitar los alimentos procesados como los jamones, no es que no los coman nunca, pero debe ser lo menos posible; los quesos procesados, gaseosas, pasteles. El azúcar es importante consumirla de forma moderada. Y debemos tomar dos litros de agua al día para tener una dieta balanceada», recalcó.

Tratamiento psicológico

La psicóloga clínica Alexandra Porras explica cómo los factores psicológicos intervienen en los trastornos alimenticios del paciente. Los trastornos alimenticios se originan por problemas o traumas psicológicos, donde el paciente no posee una red de apoyo desde la infancia, recibe juicios hacia su apariencia y su cuerpo, lo cual les genera traumas e inseguridades. Los estándares de belleza también afectan, principalmente a las mujeres, generando inseguridades sobre sus cuerpos y afectando su alimentación.

«Cualquier trastorno de la conducta alimentaria son enfermedades mentales». Llega a catalogarse de esa manera cuando te impiden relacionarte de forma funcional en lo social, con tu familia, en el trabajo; cuando ya te afecta en diferentes áreas de tu vida, «ya es un trastorno de la conducta alimentaria», dijo Porras.

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La psicóloga señala que diversos trastornos alimenticios son adquiridos debido a la ansiedad, trastornos obsesivos y depresión, los cuales muchas veces son el detonante para que alteren su conducta alimentaria. «El que más he visto es el trastorno obsesivo compulsivo generado por la ansiedad y la depresión, porque las personas tienen temor de consumir ciertos alimentos como el azúcar, evitan subir de peso y realizan ejercicio excesivo», enfatizó.

Es muy difícil tratar a un paciente con este padecimiento, ya que solo se les puede aplicar una buena terapia cuando aceptan y son conscientes de que tienen un problema psicológico que afecta su condición alimentaria.

La doctora Rocío Marroquín explica que, en la mayoría de los casos, los pacientes desarrollan un miedo incontrolable a subir de peso debido a su salud mental afectada. «La mayoría de estos pacientes han tenido tendencias suicidas, han sido comparados con otros, han tenido familiares que han padecido alguno de estos trastornos». Son muchas las causas, pero principalmente es la falta de autoestima; ellos no se aceptan a sí mismos», destacó la doctora.

La doctora enfatiza que es muy difícil diagnosticar a estos pacientes, ya que generalmente llegan a los hospitales con problemas graves de salud como deshidratación o anemia extrema.

 «En los hospitales, lo primero que hacemos es estabilizarlos con alimentación parenteral, hidratarlos; posteriormente le damos tratamiento psicológico y, en el caso de los menores de edad, involucramos a sus padres para apoyarlos en casa, porque es un trabajo conjunto». Al paciente también se le enseña a cocinar sus propios alimentos y llevar un control», señaló la doctora.

Según la psicóloga Porras, el apoyo de la familia es fundamental para la recuperación del paciente, ya que en muchos casos el problema se originó en casa. «Es difícil, ya que muchos no tienen red de apoyo, lo ideal es que el papá y la mamá del paciente se involucren en el tratamiento, ya que su recuperación depende de todo el núcleo familiar; el problema empezó en casa y la solución empieza en casa. Con esto se pueden corregir varios patrones de conducta, fortalecer la autoestima del paciente y que logre aceptarse», concluyó la psicóloga.

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