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Tinder y el reto de las relaciones en la era digital

Las aplicaciones móviles han revolucionado la manera en que nos conectamos con otras personas, abriendo un mundo de posibilidades para quienes buscan establecer nuevas relaciones, especialmente en el ámbito romántico. Sin embargo, la dependencia cada vez mayor de estas plataformas también plantea interrogantes sobre su impacto en la forma en que interactuamos y el valor que otorgamos al contacto humano. ¿Qué repercusiones tienen las citas virtuales en nuestras vidas y qué futuro les espera a las relaciones humanas en la era digital?

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Las aplicaciones móviles han transformado radicalmente la forma en que interactuamos, ofreciendo desde la posibilidad de hacer compras en línea hasta conocer personas de todo el mundo. No obstante, esta creciente dependencia de la tecnología ha generado consecuencias significativas en la interacción humana directa, especialmente en las relaciones interpersonales.

Un mundo de citas virtuales

Hoy en día, hay un sinfín de aplicaciones diseñadas para conocer nuevas personas, particularmente con fines románticos. Entre las más populares se encuentran Tinder, Bumble, Badoo y Hinge, que han atraído a millones de usuarios. Según el portal Statista, Tinder se posiciona como la plataforma líder, con aproximadamente 75 millones de usuarios activos mensuales a nivel mundial. Además, un dato relevante es que el 75% de estos usuarios son hombres, mientras que solo el 25% son mujeres. La mayor parte de los usuarios de Tinder se encuentran en el rango de edad de 18 a 34 años, siendo los jóvenes entre 18 y 24 años el grupo predominante.

La psicóloga Isabel Brigid Dunn explica que el uso de estas aplicaciones tiene un impacto profundo en la manera en que las personas se relacionan, afectando su autoestima y salud mental. Según Dunn, mientras algunas personas logran establecer conexiones genuinas a través de plataformas como Tinder, muchas veces se idealiza al otro debido a la falta de una interacción física real. «Cuando interactuamos virtualmente, solo mostramos una parte de nuestra vida, lo que dificulta conocer a la otra persona de manera integral hasta que el contacto físico ocurre», explica Dunn.

En algunos casos, las expectativas generadas a través de la comunicación virtual pueden llevar a desilusiones o malentendidos. «He atendido varios casos en los que personas se sintieron decepcionadas al conocer en persona a alguien que habían idealizado en una aplicación de citas. A veces, descubren que la otra persona tiene una relación previa o simplemente no cumplen con las expectativas generadas en línea», afirmó la psicóloga.

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Dunn también subraya la superficialidad de muchas de estas plataformas, donde la apariencia física y la presentación idealizada juegan un papel preponderante. «Las personas más atractivas físicamente tienden a obtener más likes y matches, lo que puede afectar la percepción que una persona tiene de sí misma cuando no recibe la validación que esperaba», explicó Dunn. Esto, a su vez, puede generar inseguridades, frustraciones e incluso problemas de autoestima.

Consecuencias psicológicas y físicas

El uso excesivo de aplicaciones de citas puede tener repercusiones significativas en la salud mental de los usuarios. «El rechazo en el mundo virtual puede generar altos niveles de estrés y ansiedad, y la falta de contacto físico real puede llevar a una disminución en las habilidades sociales», indicó la psicóloga. Dunn señala que muchos usuarios de estas plataformas experimentan una desconexión progresiva del mundo físico, lo que puede afectar la capacidad de comunicarse de manera efectiva en interacciones presenciales. «He visto cómo, tras la pandemia, muchas personas encontraron difícil readaptarse a la interacción social. Perder el hábito de hablar cara a cara provoca que no sepan cómo comportarse en situaciones cotidianas, como el contacto visual o la proximidad física durante una conversación».

Además, el contacto físico ofrece beneficios que las interacciones virtuales no pueden replicar. «En una conversación por mensajes, las palabras pueden malinterpretarse fácilmente, ya que no se tienen en cuenta los gestos, el tono de voz ni el lenguaje corporal. Esto puede generar expectativas irreales, que terminan en decepciones cuando se conocen en persona», advierte Dunn. Las relaciones virtuales, según la psicóloga, no solo afectan la calidad de las conexiones, sino que también influyen en cómo las personas perciben sus propias habilidades sociales y emocionales.

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La psicóloga Isabel Brigid Dunn expresa su preocupación por el futuro de las relaciones humanas debido al avance de la tecnología, la realidad virtual y la inteligencia artificial. «En el futuro, muchas personas podrían preferir interactuar con una inteligencia artificial en lugar de hacerlo con seres humanos. Este fenómeno limitaría el contacto físico, impactando tanto la salud emocional como la física. Si no se regula el uso de estas aplicaciones, corremos el riesgo de desconectarnos aún más del mundo físico», alertó Dunn.

La creciente inmersión en las redes sociales y las plataformas de citas, sumado a la evolución de las tecnologías inmersivas, plantea la posibilidad de un cambio en la naturaleza de las relaciones humanas. Dunn sugiere que el mundo físico y las interacciones cara a cara podrían volverse cada vez más secundarias para algunas personas, quienes optarán por relaciones digitales más cómodas y menos exigentes en términos de esfuerzo emocional.

El caso de Carlos Ventura

Carlos Ventura, un joven de 25 años, comparte su experiencia con la aplicación Tinder. En 2020, durante la pandemia, decidió probar la plataforma, ya que el contacto físico estaba muy limitado. «Instalé Tinder cuando empezaba la universidad de manera virtual y tenía mucho tiempo libre. Sin embargo, desde el inicio me sentí incómodo, como si estuviera vendiéndome a través de las fotos y descripciones», recuerda Ventura.

El joven notó rápidamente la competencia en la aplicación, donde la mayoría de los usuarios son hombres, lo que aumentaba la presión para tener un perfil atractivo. «Estuve solo una semana en la aplicación. Hablar con una chica fue lo único que conseguí, pero la conversación no fue más allá de un par de mensajes. Nunca llegamos a vernos en persona», comentó.

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Al final, Ventura decidió desinstalar Tinder tras darse cuenta de que solo estaba buscando validación externa. «Me di cuenta de que estaba buscando gustar a los demás y eso no iba conmigo. El tener que esforzarme tanto por tener un perfil atractivo me afectó emocionalmente, me hacía sentir que no era suficiente», confesó Ventura. El joven concluye con una reflexión sobre el impacto de las aplicaciones de citas: «Creo que estas plataformas se han vuelto muy lucrativas, pero también juegan con los sentimientos de las personas. Todo se ha vuelto superficial y basado en la imagen que proyectamos, no en lo que somos realmente».

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