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La batalla silenciosa contra la insuficiencia renal crónica
La insuficiencia renal crónica es una enfermedad que transforma la vida de quienes la padecen. A medida que los riñones fallan, los pacientes dependen de la hemodiálisis, un tratamiento vital que se convierte en un desafío cotidiano.
La insuficiencia renal crónica es una enfermedad terminal que afecta la capacidad de los riñones para filtrar los desechos y el exceso de líquidos del cuerpo. Este deterioro se desarrolla gradualmente, y su tratamiento más común, la hemodiálisis, resulta ser un proceso complejo y demandante. Para los pacientes y sus familias, este tratamiento representa un sacrificio significativo, ya que deben someterse a él tres veces por semana durante cuatro horas diarias, de forma indefinida.
La hemodiálisis se lleva a cabo mediante una máquina a la que el paciente se conecta por aproximadamente cuatro horas. Este procedimiento requiere una preparación previa que incluye la creación de una fístula, la cual conecta una vena con una arteria, generalmente en el brazo o la pierna. La fístula permite un mayor flujo sanguíneo a la vena, fortaleciéndola para soportar el proceso. Sin embargo, este tratamiento no está exento de complicaciones. Las dificultades en el acceso vascular, como la canulación de la fístula, pueden impedir la realización efectiva de la hemodiálisis.
Amílcar Torres, paciente de la Clínica Renal Emmanuel desde hace diez años, compartió su experiencia con las complicaciones de la hemodiálisis. Torres sufrió una infección debido a la mala manipulación del equipo cuando lo conectaron a la máquina, lo que lo llevó a pasar el Año Nuevo de 2023 en el hospital, al borde de la muerte. «Tuve fiebre alta, dolor de cuerpo, y la infección no cedía. Es vital estar pendiente de todo el proceso y nunca permitir que se reutilice una jeringa si la primera punción falla», señaló Torres.
La nefrología es la rama de la medicina que se encarga del estudio de la función renal, la anatomía y la prevención de enfermedades crónicas en los riñones. El doctor José Vicente Sánchez, jefe del Servicio de Nefrología y Trasplante Renal del Hospital General de Enfermedades del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), destacó que el estilo de vida juega un papel crucial en el desarrollo de enfermedades renales. «La falta de cuidado en la alimentación y la creencia de que las enfermedades renales son un mito contribuyen al aumento de casos crónicos», afirmó el doctor Sánchez. Para mantener los riñones saludables, recomendó consumir más de dos litros de agua al día, hacer ejercicio regularmente, seguir una dieta balanceada, reducir el consumo de sal y evitar la automedicación, así como bebidas energéticas, alcohólicas o carbonatadas.
El doctor Sánchez también enfatizó la importancia de educar a los niños desde temprana edad sobre una alimentación saludable y la necesidad de evitar la comida rápida, los alimentos procesados y las grasas saturadas, promoviendo en su lugar una dieta rica en frutas y verduras, junto con una actividad física constante para prevenir el sedentarismo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada diez personas en el mundo padece algún grado de enfermedad renal crónica, afectando a más de 850 millones de personas y provocando 3,1 millones de muertes en 2019.
La Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (UNAERC), creada el 24 de abril de 1997, brinda atención gratuita a la población guatemalteca afectada por la enfermedad renal crónica. Hasta diciembre de 2023, UNAERC contaba con 3,183 pacientes activos y había realizado 293,105 procedimientos de hemodiálisis. Esta institución atiende aproximadamente a 7,500 pacientes en sus distintas sedes, que incluyen la Sede Central, Escuintla, Jutiapa, zona 9, y Villa Nueva.
Mario Morales, otro paciente, expresó la dificultad que enfrenta para acceder a su tratamiento: «Debo madrugar para conseguir un turno para la hemodiálisis, pero a veces no lo logro. Sin la hemodiálisis, moriré, y no tengo el dinero suficiente para hacerla en un lugar privado».
La pandemia de COVID-19 afectó los planes de Torres, quien tenía previsto realizarse un trasplante de riñón en 2019, donado por su hija mayor, Sofía Torres. Lamentablemente, la pandemia interrumpió el proceso, y ahora está nuevamente en lista de espera para reiniciar los trámites. «No todos los días me levanto con energía, pero agradezco a Dios por seguir vivo. Continuaré luchando por mi familia mientras Dios me lo permita. Estoy agradecido por tener acceso a la hemodiálisis a través del IGSS», concluyó Torres.