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Peligros mortales acechan a migrantes guatemaltecos en su camino
Miles de guatemaltecos deciden migrar a Estados Unidos con la esperanza de mejores oportunidades laborales y económicas. Sin embargo, el trayecto está plagado de peligros y dificultades, desde cruces en el desierto hasta la amenaza constante de grupos criminales. Migrantes como Gabriela Garrido y Marco Martínez relatan las duras condiciones a las que se enfrentaron, donde la violencia, la extorsión y la precariedad alimentaria son parte del día a día. El sueño americano, para muchos, se convierte en una lucha por la supervivencia.
Miles de guatemaltecos toman la decisión de abandonar sus hogares en busca de mejores oportunidades económicas en Estados Unidos. La falta de empleo y el bajo desarrollo económico en Guatemala impulsan a estas personas a iniciar un peligroso viaje. Este trayecto, conocido como «el sueño americano», está lleno de dificultades y riesgos que amenazan la vida de los migrantes en cada paso.
Para emprender el viaje, muchos recurren a los «coyotes», traficantes que ofrecen sus servicios para cruzar las fronteras de manera ilegal. El costo de este servicio varía dependiendo de la ruta y el medio de transporte utilizado. Según Gabriel Hernández, un coyote que ha guiado a migrantes en múltiples ocasiones existe dos métodos principales: por tierra y por aire. El viaje por tierra tiene un costo de aproximadamente Q135,000 y puede tomar entre 20 y 25 días. El recorrido por aire es más rápido, pero también más caro, con un costo de Q155,000, y puede demorar alrededor de cinco días para llegar a la frontera con Estados Unidos.
Sin embargo, ni los altos costos ni los riesgos económicos garantizan la seguridad. Los migrantes deben enfrentar condiciones extremas, desde largas caminatas bajo el intenso sol del desierto, hasta pasar días sin comer ni beber agua. “A veces se pasa hasta cinco días sin comer”, comenta Hernández. Estos días de privaciones son particularmente duros para mujeres embarazadas, niños pequeños y personas mayores, quienes sufren deshidratación y agotamiento extremo.
Gabriela Garrido, quien emprendió el viaje con sus dos hijas, relata la dureza del recorrido. “Cancelé Q175,000 al guía, con el temor de que no nos llevara a las tres”, dice Garrido, recordando las noches sin dormir y el hambre que sus hijas pasaron. Garrido y sus hijas fueron transportadas en camiones junto a otros migrantes y, en muchos momentos, tuvieron que callar los llantos de los niños para evitar ser descubiertos por las autoridades de migración. “El encierro en las bodegas, sin saber a dónde íbamos, era desesperante”, comenta.
Pero además del desgaste físico, los migrantes se enfrentan a un peligro constante: el crimen organizado. A lo largo de la frontera entre Guatemala y México, operan grupos criminales que se dedican a secuestrar migrantes para extorsionar a sus familias. Marco Martínez, quien emprendió el viaje solo, cuenta su desgarradora experiencia. “Un grupo armado me rodeó y me robó todo: dinero, ropa, celular. Luego me llevaron a una bodega donde me golpearon y me obligaron a dar el contacto de mi familia para exigirles Q50,000”.
Los días de cautiverio de Martínez fueron una tortura. “Escuchaba a la gente llorar o gritar mientras los torturaban. Fue traumático”, comenta. Tras 15 días de angustia, su familia logró reunir el dinero, pero las cicatrices psicológicas y físicas del secuestro permanecen.
El trayecto hacia Estados Unidos está marcado por extorsiones, robos, violaciones y otras formas de violencia. El crimen organizado ve en los migrantes una oportunidad para lucrar, sin importar el costo humano. Mientras tanto, las familias en Guatemala viven con la angustia de no saber si sus seres queridos llegarán a salvo o si serán víctimas de la violencia en el camino.
Finalmente, para aquellos que logran llegar a Estados Unidos, el desafío no termina. Una vez en territorio estadounidense, enfrentan la lucha por la supervivencia. Buscar empleo, adaptarse a una cultura diferente y aprender un nuevo idioma son solo algunos de los obstáculos. Para muchos, el sueño americano se transforma en una batalla diaria por sobrevivir.
Las historias de Gabriela Garrido y Marco Martínez son solo dos ejemplos de los miles de personas que arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor. Sin embargo, para muchos, el viaje es un sacrificio que jamás se verá recompensado.